1.11.06

Una de miedo, o casi

A caballo entre la noche de Halloween y el día de Los Santos Inocentes (que francamente, acojona más) me decido a contar una historia acaecida hace unos veinte años y muy pocas veces contada.
Un grupo de amigos decide irse de acampada (en aquella época podías acampar donde quisieras) a un pueblecito de Ávila. Este grupo sale de Madrid ya entrada la tarde y con el tiempo justo de montar las tiendas y fumarse unos petas antes de que anochezca; han quedado con otro grupo de emigrantes madrileños cuyos padres y/o tutores legales disponen de vivienda en el pueblo.
Los llamémosles "no homeless" (ya me invento palabros hasta en inglés) o "con techo" han citado a los "macuteros" o "loneros" en una pequeña capilla dentro del Campo Santo a las 23.00 horas (No sé de dónde vendrá eso de llamar Campo Santo a los cementerios, seguro que no sólo santos están enterrados en sus lindes y además, el único campo santo que recuerdo es San Mamés, ¡ah no!, también está el San Tiago Bernabéu, pero eso es un chiste muy malo)
Los macuteros, esquivando charcos y alborozados por sustancias psicotrópicas que no vienen al caso llegan a la capilla ubicada en el centro del fosal (otro sinónimo de cementerio que no me gusta nada, creo recordar que una fosa es donde se entierra a alguien desconocido o a los que son más marginados que "los sin techo", es decir a "los sin suelo donde caerse muertos")
Una vez allí los macuteros siguen construyendo ilusiones enrolladas en papel de arroz cuando empiezan a oir aullidos y gritos lastimeros que parecen sacados de una psicofonía de Íker Jiménez. Con la paranoia que proporcionan a veces los alcalaoides y la agilidad que produce el miedo, corren raudos hacia la salida de "El Huerto del Señor" 1* al oir que los gritos se acercan acompañados de pisadas.
Ni qué decir tiene que las linternas no valen de mucho cuando corres desesperado buscando la salida de un cementerio, pero lo peor que te puede pasar aparte de abrirte la cabeza con una cruz, es pisar unas maderas rodeadas de ladrillo sin enfoscar preparadas para enterrar a algún difunto al día siguiente y más si es una de esas compartidas por seis o siete cadáveres y que sólo tienen uno o dos inquilinos. Os podéis imaginar; un boquete de dos y pico por uno y poco y con tres o cuatro metros de profundidad una noche después de un día de lluvia.
Os lo aseguro, trepar estando pedo por un hueco estrecho y resbaladizo es bastante acongojante.
Los gritos cada vez se acercaban más, pero ahora parecían risas macabras y medio histéricas más que aullidos. Lo que no se podían imaginar los aullantes (antes conocidos como "los con techo" y que querían gastar una broma a los macuteros) es que de un agujero medio oculto en el suelo surgiese de repente la figura de un desgreñado con la cara pálida por el pavor de haber estado en el hoyo y que con un gran grito consiguió acompañar su último esfuerzo para volver con los vivos.
Dos fueron los cadáveres que encontró la Guardia Civil al día siguiente, un macutero a medio salir del boquete y un con techo infartado enfrente de él.

*Esta leyenda urbana la oí hace un huevo de años en Madrid, hace unos pocos la volví a oir en la costa levantina.
1* Huerto de El Señor me parece el peor de todos los sinónimos de cementerio, no sé por qué pero me recuerda a los humanos haciendo de pilas alcalinas en Matrix

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues pienso que es cierto..que acojona mas el dia de los santos inocentes..que todas las noches de Halloween...y de historias de fantasmas estamos surtidos...no se a que ese afan de exportar fiestas...
Saludos...

Anónimo dijo...

Tons... En "El huerto de El Señor" sólo se cosechan gusanos...?

Besos :)

sofía

Anónimo dijo...

¿Y no la palmó alguien de risa?