Un poco más
Recuerdo la final contra el Dinamo de Kiev en Lyon, mis padres no me dejaron ir a un país vecino, que estaba, y sigue estando, "aquí al lado", sólo porque estaba a punto de cumplir 16 años. ¡Qué malos son los padres!. Ahora desde mis casi 40 y sin niños a los que prohibir ir a Hamburgo me maravillo con que sea Pepito Grillo el que me diga ¿cómo te vas a gastar unos 700 euros para ver un partido en un país vecino del vecino con la que está cayendo?
Al contrario que el adolescente que se preguntaba el porqué unos padres coartaban el deseo de unirse a la masa en Lyon, ahora me pregunto por qué me conformo con pedir salir una hora antes en el curro para ver el partido y lo que es todavía más inquietante; estar complacido porque me lo concedan. Debe ser que o el nuevo opio del pueblo funciona por edades o que las empresas 2.0 saben mitigar las decisiones graves mejor que los padres.
P.D. Recuerdo que tras el 2-0 que significaba el campeonato de liga en 1996 me quedé parado en mitad del Paseo de los Melancólicos (menudo nombre), dejando pasar gente feliz a mi alrededor, mi padre había muerto, pero nunca me hizo falta preguntar ¿Papá por qué soy del Atleti?