Memoria histórica

A la iglesia de mi barrio llegó un nuevo cura por la supuesta jubilación del antiguo párroco. Introdujo nuevos usos y costumbres y un día decidió hacer una limpia de las dependencias parroquiales.
Entre los parroquianos habituales repartió estampitas y demás tolderías que guardaba el anterior okupa entre los que querían conservar un recuerdo o simplemente rapiñar algo.
Pero había un recuerdo que no reclamó nadie, tal vez por el peso físico del mismo o tal vez por el peso moral. Y hete aquí que durante aproximadamente ocho horas, asomando casi toda la cara desde el cubo de basura abierto casi totalmente de tapa, un busto metálico de Franco de proporciones reales estuvo observando a los viandantes en vez de observar la coronilla del cura hasta que el camión de la basura se lo tragó a las seis de la mañana.

*La verdadera razón por la que mucha gente odia la Ley de Memoria Histórica es porque tienen demasiada memoria.